El consejo europeo en 2010 realizó una serie de propuestas tanto económicas o de educación como de crecimiento a considerar para intentar alcanzar los porcentajes propuestos en un total de 10 años; lo mismo es, en 2020 se tendría que cumplir ese mismo acuerdo. Con todo el caos del COVID-19 que comenzó a finales de 2019, estas propuestas se han tenido que ver desplazadas por la crisis que estamos pasando, aunque algunos países no están lejos de llegar a la meta en algunos de las áreas.
A nivel nacional, el cántico es otro. Está claro que España
tiene un serio problema en cuanto a la educación se refiere, por no reflexionar
sobre los otros puntos en los que tiene que mejorar. Pero basándonos y
enfocándonos en lo que verdaderamente nos importa ahora, el sistema educativo
español pasa por una mala racha desde hace años y nadie hace nada por
intervenir o mejorar su metodología más a fondo.
España cuenta con uno de los índices europeos más altos de abandono escolar en cuanto a educación obligatoria en Europa, estando en uno de los últimos de la cola. Además, muchos alumnos tampoco terminan sus estudios no obligatorios una vez ya empezados.
Si tenemos en cuenta las técnicas y metodologías que España tiene para la educación de los jóvenes, podemos ver que muchas de ellas cojean y carecen de éxito a nivel motivacional para con los estudiantes además de con los docentes. Los constantes cambios de leyes realizados por los diferentes grupos políticos del país resultan en la poca motivación de todos los grupos que forman el ámbito educativo -además de la poca información que les llega a los profesores tras cada reforma con la que poder manejarse en el aula y de cara un futuro cada vez más incierto-. Los alumnos terminan por perder la motivación de asistir a clase cada vez más pequeños y con preguntas sobre su futuro que no tienen respuesta.
En la época en la que andamos, los políticos -cada vez más ignorantes de la situación en la que todos vivimos e incapaces de hacer absolutamente nada por solucionar estos conflictos de interés general y de carácter social- deberían ser lo suficientemente adultos para poder sentarse todos en una mesa y sin necesidad de arreglar sus diferencias, poder llegar a un acuerdo y establecer una ley con reglas básicas e inamovibles en el sector educativo para intentar afectar mínimamente a los que más sufrimos estas ‘peleas’.
Asimismo, Europa nos debe poner mano dura desde fuera para poder llegar a esas
supuestas propuestas que se plantean cada no sé cuántos años, pero también
podría poner su granito de arena -que aquí no nos comemos a nadie si nos
quieren ayudar- mediante el establecimiento de metodologías europeas comunes para
unificar más la UE y evitar así la diferencia abismal que se encuentra entre un
país y otro en cuanto a culturas, educación y economía -entre otras- se
refiere.
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